Cantos del Gozante (1972)
Tiznado de Infinito
Entren conmigo a lo hondo de la noche, a su arena más negra,
y tráiganme a la tierra de la mano, ya ciego, tiznado de infinito.
Yo sé que así, a tanteos, voy a sentir las cosas.
Les contaré cómo nacía la miel en las abejas
la vez que se soñaban poseyendo a la lluvia.
Que al tocar al racimo verde del banano naciendo,
sentí llegar, tímidos, los marfiles
y cuando entre mis dedos se derramaba el polen
vi venir amarillo del desierto siendo recién el viento.
Que oí trepar el agua desde arcillas sumidas
y en una muchedumbre de hojas y de tallos
hacerse sombra y ensanchar su reposo hasta ser el silencio.
Toquen el pecho de los guacamayos,
hundan la mano entre plumaje y carne
y sentirán el huevo donde germina el cielo.
Y si andan en la tierra lisa y ocre de Oruro
y ven alzarse de la arena mineral la corola
lila y celeste de una flor pequeñita,
no vayan a pisarla porque van a quebrarle
la espuma de su nombre: Saliva de la Virgen.
Si palpo una semilla escuchará mi sangre desenroscarse como baba de araña
toda la roca de los palos santos,
y si toco una gota del semen del jaguar donde nadan sus ojos,
sabré que desde su hambre saltó la primera chispa de los grandes incendios.
Iré pisando las cenizas más viejas
y si caigo de boca sobre ellas con el sueño
seré una rama verde naciendo desde esa apaciguada carne del humo.
Entren conmigo a lo hondo de la noche.
Octubre, 1971
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